Por Juan Guerra || Hacemos un alto y recobramos un espacio para escribir; de eso se trata la columna del mundo cotidiano. Ya no hablamos de desarraigados en ciudades y sus progresivas selvas de concreto, sino de TIC( Tecnología-Información y Comunicación). Muchos tratan de murmurar el fin de la historia de Fukuyama; la teoría de Fukuyama también ha sido cuestionada por no prever la evolución de nuevas formas de autoritarismo, la creciente desigualdad económica y los desafíos tecnológicos y medioambientales que podrían cambiar el curso de la historia. Quizás se apresuraron a cuestionarla sin entrar en el creciente imaginario, pero hoy el concepto de intelectualidad se acuña inesperadamente con un clic en un móvil, y juntos debemos creer que vivimos la época de mayor cambio en la humanidad. Otra advertencia nos dice que no es una época de mayores cambios, sino un cambio de época sin pedir permiso.

Nos preocupa la gestión de marcas más que las relaciones sociales. La marca como activo monetario se basa en la valorización de inversiones y no en métodos anteriores basados en el costo. La valorización, la reputación, las tendencias y el mundo de ecosistemas digitales predominan.
La metodología de Interbrand desde 1988 aún es usada como retrovisor, y la de Brand Finance, que se caracteriza por el posicionamiento de marca, ha ganado mayor cuerpo. Cada emporio industrial tiene sus raíces de identidad en marcas que dejan huellas de éxitos o fracasos publicitarios.
Los vendedores de sueños del siglo XX y primeras décadas del siglo XXI, como las empresas de tecnología que ofrecían proyectos como F15 en Facebook o aplicaciones que acompañaran la mano de obra humana con Big Data y algoritmos, son el mayor sendero. Elon Musk, el magnate tecnológico, no solo es conocido por sus empresas SpaceX y Tesla, sino también por su pasión por la transparencia gubernamental y la eficiencia tecnológica. El vendedor de sueños es hoy el Ministro de la Eficiencia del nuevo gobierno que estremece el mundo de Donald Trump.
Se pone de tendencia el co-branding, una forma de cooperación entre marcas; alianzas de grandes competidores para recibir juntos un empoderamiento. Las galletas Oreo no solo tienen su sabor a Coca-Cola en los estantes de Centroamérica. Los soñadores tecnológicos pasaron de ser vendedores de sueños a constructores de realidades. La llegada de la inteligencia artificial, bien o mal usada, la sustitución del interés por el primer medio de comunicación como la TV por aplicaciones móviles, el trago amargo de las empresas de cable por aplicaciones de streaming como Netflix o Disney+, algo aún más sencillo e impactante: el Klop 2 que pasa desapercibido en X y se convierte en el asistente bibliotecario de muchos, la nueva forma de gobierno en los primeros 20 días de Donald Trump. Hoy debemos preocuparnos por leer un pensamiento filosófico del siglo XVIII o entender el algoritmo de una red social. La interrogante en algún salón de estudio… ¿Quién desató este aluvión de inversiones? La invención de la imprenta por Gutenberg hacia el final del siglo XV permitió una difusión más amplia de ideas, preparando el terreno para cambios más radicales en el pensamiento en los siglos siguientes, como la Reforma Protestante y el desarrollo de la ciencia moderna. La imprenta es un gran paso para los cimientos de la sociedad. Muchos creemos que la pandemia fue el escenario propicio para adelantar un tiempo futuro a un tiempo presente jamás imaginado. ¿Acaso las industrias tecnológicas estaban preparadas para ese contexto? Es imposible para los liderazgos mundiales en cualquier ámbito estar divorciados de la inventiva tecnológica y cambiante.
La tecnología sigue desnudando las extrañezas del comportamiento humano, y no hay fronteras entre una realidad o una ficción desde una estrategia digital. Es también propicio saber que, si los gobiernos no construyen cimientos jurídicos para amoldar a una sociedad explotada por inventivas, construirán una amarga realidad. Muchos países, especialmente de Centroamérica y el Caribe, carecen de sólidos marcos legales ante el aluvión tecnológico, y a veces creemos que las leyes son soluciones solo por el hecho de regir, olvidando el desarrollo formativo de nuestra sociedad para que ellas no sean letras muertas y contraproducentes. No hay nada más real que los vendedores de sueños hoy son nuestros constructores de realidades.
Por Juan Evangelista Guerra
Especialista en Comunicación Digital




